Naomi Klein: ‘He visto el futuro: es asesinato’

Naomi Klein llegó a ser mundialmente famoso con No Logo, el libro que al principio de este siglo adornó cada mesilla de los altermundialistas. A fines de 2007 publicó un libro realmente indispensable para aquellos que se preguntan qué está pasando en el mundo, y por qué.
La doctrina del shock describe la manera en que ideólogos neoliberales utilizan desastres naturales y turbulencias sociales para implementar privatización y liberalización. Klein compara este enfoque con las prácticas de tortura en las cárceles y los electroshocks para lograr cambios de comportamiento.
Hace unos años atrás los machistas neoliberales pusieron de manera afrentosa el nombre de “babe antiglobalista” a Naomi Klein, pero en realidad es un animal política encantadora, con mucho sentido de coordinación y promoción. Terminó su gira mundial de un año a fines de diciembre con una conferencia de prensa en Chiapas, México donde el subcomandante Marcos elogió La doctrina del shock como un libro necesario y peligroso. “Porque se puede entender lo que está escrito en ello”, así dijo el Sub.
Con eso llegamos de una vez a la pregunta de qué camino los altermundialistas recorrieron entre No Logo y La doctrina del shock. Por primera vez en muchos años el Foro Social Mundial no se reunirá como contrapeso visible y centralizado al Foro Económico Mundial. Pero sí habrá acciones nacionales o regionales. ¿Es un signo de fuerza o, más bien, de debilitación?
Naomi Klein:
Yo estaba presente en las primeras ediciones del FSM y creo que realmente difundieron una fuerza mundial. Los Foros eran un espacio donde mucha gente se inspiró en varios modelos latinoamericanos de gobernar, como la manera participativa de la administración presupuestaria en Brasil, el enfoque del Movimiento Sin Tierra y la visión y la estrategia de los Zapatistas. Se volvió más difícil cuando el enfoque de los foros se hizo más centralista, por eso creo que la descentralización de este año es algo muy positivo. Devolver la discusión y la lucha al escenario local también es importante para servir de contrapeso a la “política de las estrellas de rock” con personas como Bono y Geldof y el modelo de make poverty history del G8. Eso de verdad es un paso hacia atrás. Tengo mis críticas del Foro Social Mundial pero todavía era mucho mejor que el modelo de “Bono-ización” que estamos viendo actualmente. El FSM visibiliza movimientos sociales y democráticos auto-organizados en todo el mundo, movimientos con sus propias propuestas para desterrar la pobreza del mundo. Muchas veces estas propuestas son más radicales y más sostenibles que solamente un poco de beneficencia extra. El FSM muestra lo absurdo y lo neo colonial de un grupo de blancos que habla en una conferencia de prensa de la cumbre del G8 de lo que necesita África. La “Bono-ización” de la lucha por la justicia es sinceramente vergonzosa y creo que el Foro Social de África debería resistirse a eso con toda fuerza.   
El año pasado usted viajó de región de desastre a región de desastre: Sri Lanka después del tsunami, Nueva Orleáns después de Katrina, Irak después de la invasión, etcétera. ¿Qué le hace eso a usted como persona?
Naomi Klein:
Hmm, I’ve seen the future, brother: it’s murder, para citarle a Leonard Cohen. Aunque no fue mi compatriota que me enseñó este dicho, sino una amiga de Irán cuando me habló de lo que significa sobrevivir el régimen de los ayatolás. Experimento estos desastres como un presagio de una sociedad distópica, completamente lo contrario de una sociedad utópica. Lo que ocurrió en Nueva Orleáns es más de un exceso de la sociedad americana que se ha vuelto loca, o del fracaso del gobierno de Bush. Es la consecuencia lógica de una ideología con demasiado poder en todo el mundo y que quiere limitar el rol del gobierno al traspaso del bienestar del estado a las empresas privadas. Puedes verlo en su forma más pura en Irak, donde empresas como Halliburton, Bechtel y Blackwater están cobrando todo el dinero destinado a los iraquís, sin tener que hacer algo. En Nueva Orleáns se ve lo mismo. En el Barrio Francesa que fue reconstruido la gente está festejando otra vez. Al mismo tiempo tantos barrios quedan reducidos a escombros y los servicios públicos ya no funcionan. En Argentina pasó lo mismo después de la crisis económica. Uno se pregunta: ¿eso será nuestro futuro también, bancos largándose con todo el dinero? He visto varias variantes del colapso de este modelo ideológico. Y estas observaciones me dieron un sentimiento de urgencia muy fuerte. Porque el vacío que el neoliberalismo está creando en varios países, se rellena con fundamentalismo religioso, con ideologías fascistas. 
Muchas veces la gente siente que no puede ganar contra los Halliburtons de este mundo.
Naomi Klein:
La gente se siente pequeña muchas veces, si. Por eso creo que es importante mostrar que la ideología derechista y neoliberal utiliza crisis, shocks o desastres tantas veces, justamente porque no tiene el apoyo de la mayoría. Si fuera el caso, no necesitarían abusar de estos desastres para imponer su agenda. El hecho que muchos se sienten pequeños y marginalizados muestra el éxito de la propaganda que dice que esta idea de un mercado libre es la idea dominante y prevaleciendo. Es que no es así.
En La Doctrina del Shock usted ataca mayormente al economista Milton Friedman y sus Chicago-boys. ¿Esta crítica no es nueva, no es cierto?
Naomi Klein:
Mi libro efectivamente está basado en críticas existentes, pero las pone en una perspectiva mundial. Describo la lógica en la que crisis y shocks por toda parte del mundo están explotados de manera resuelta. Por lo tanto estoy atacando la tesis central de la ideología radical del mercado libre que dice que sus ideologías coinciden con la democracia. Mientras que en tantos lugares la implementación de la ideología del libre mercado coincidió con la contención de la democracia: de Latino América hasta Jeltsin que hizo atacar al parlamento y los tanques en la Plaza Tienanmen en China. En el libro muestro muy claramente que la ideología de la Escuela de Chicago es mucho más grande que aquella de esta sola universidad. Se trata de que haya ocurrido un tipo de lucha de clase al revés, en la que la elite jaló el poder a su lado. Y con eso no digo nada nuevo tampoco: muchos economistas ya hablaron de un tipo de contrarrevolución de las elites en contra del estado de bienestar. Es el hilo rojo de lo que ha ocurrido entre 1973 –el golpe de estado del general Augusto Pinochet al presidente Salvador Allende en Chile – y hoy.
¿Es más de una buena teoría conspirativa?
Naomi Klein:
Estoy citando de fuentes neoliberales lo más posible, como los archivos de von Hayek y la correspondencia de Friedman, con Pinochet entre otros. Con estos hechos históricos en las manos no se necesita inventar complotes. John Williamson mismo, el inventor del Consenso de Washington – el resumen informal de la ideología neoliberal- escribe que nunca hubo un ejemplo de un país que aceptó el Consenso de Washington cuando no había cuestión de una crisis grave. Con eso hace la pregunta si era posible de crear una seudo-crisis para aun poder implementar la vuelta neoliberal. Estos tipos de citas dañosas todavía no habían sido difundidas a gran escala. Por eso duele mi libro y por lo tanto tratan con mucho entusiasmo de empujarme en el rincón de los pensadores de teorías conspirativas.
La Fundación Heritage (un laboratorio de ideas conservador y neoliberal que hace campaña para un gobierno estrictamente limitado en un mercado libre, valores americanos tradicionales y una defensa fuerte, N. del A.) lanzó dos semanas después de que los diques de Nueva Orleáns fallaron 32 “soluciones desde un mercado libre”. Estas soluciones hablaban de suprimir los derechos obreros hasta de sustituir la educación pública con escuelas privadas. Entonces no estoy diciendo que ellos provocan la crisis, pero que sí están listos para seguir el rumbo de esta crisis. Esta clase de información compromete a la derecha en una época en la que la ideología del Norte América ya está en crisis. Alan Greenspan, el ex-presidente del Banco Central de América, acaba de publicar un libro donde dice que la gente ya no cree en una teoría económica de trickle down effects (si los ricos se vuelven más ricos, a largo plazo los pobres también se mejorarán) a cause de la desigualdad enorme en los EEUU.
Compañero John Vandaele escribió un libro titulado “La silenciosa muerte del neoliberalismo” sobre el cambio de las proporciones del poder en el mundo. ¿Usted no está luchando contra un enemigo ya vencido?
Naomi Klein:
Me temo que el neoliberalismo sigue vivo (se ríe). Los modeles más “pacíficos” para introducir al neoliberalismo, como los Tratados de Libre Comercio de la Organización Mundial del Comercio o las condiciones que la FMI y el Banco Mundial impusieron, se encontraron con tanta resistencia que se cambió a métodos más brutales. El gobierno de los EEUU ya no utiliza al FMI pero invade Irak así no más y hace lo que quiera. La etapa nueva a la que ha llegado el capitalismo de desastres en los EEUU es exactamente la privatización de la reacción a desastres, de hacer la guerra, de cuidar la seguridad. Los escándalos en Irak sobre la empresa de seguridad Blackwater mostraron que la mayor parte del trabajo en Irak está hecho por empresas. Empresas como Blackwater ven nuevos mercados y quieren ocuparse también con el mantenimiento de la paz, y quieren hacerlo por ejemplo en Darfur.  Después del terremoto en Perú le dieron el contrato para construir el campo de refugiados a la empresa privada Anmar. Olvídate de las ONGs, dale el dinero a una empresa con experiencia en, por ejemplo, la construcción y administración de cárceles privados. Y por lo tanto construyeron campamentos en el Perú completamente con McDonalds. Exactamente lo que estamos viendo en Irak también, en los bases militares de Halliburton. Una clase de prestación de servicios para guerras y desastres. Entonces es un riesgo cuando los europeos dicen que el neoliberalismo está muerto y no ven que estos nuevos mercados gigantes se están abriendo. Y, qué irónico, estos mercados están creciendo también gracias al cambio de clima y los desastres y conflictos vinculados a ello.
¿La doctrina neoliberal no se está socavando entonces?
Naomi Klein:
Tal vez si. Pero mi mensaje central es que el uso de shocks y crisis era un estorbo para el choque de ideas. Entonces, no digo que perdimos la lucha de ideas pero sí que a muchas ideas simplemente no le dieron la oportunidad de hablarles seriamente o de probarlas. El movimiento sindical Solidarność en Polonia sí tenia una visión sobre un tercer camino entre comunismo del estado y capitalismo brutal. Solo que nunca tuvieron la oportunidad de hacer realidad de sus ideas porque estaban manipulados por el FMI y otros terapeutas de schock. En Sudáfrica el CNA nunca pudo implementar su programa económico por la presión enorme del mercado. Creo que mucha gente del lado izquierda ahora también piensan que nuestras ideas son trasnochados, anticuados y dañados. La realidad es que perdimos unas guerras sucias porque fuimos manipulados, en vez de poder luchar una lucha justa de ideas. Por suerte hoy Latino América da nuevas esperanzas. Allá las ideas izquierdistas no son tan vagas porque la derecha tuvo el poder por tanto tiempo en base a violencia sin rebozo y trucos sucios. Ahora se está dando una oportunidad a las ideas izquierdistas y la gente aprendió de los errores de los años setenta. Existe un compromiso real con la democracia en muchos países, ya no se escucha el argumento de que el fin justifica todos los medios. Entonces, los nuevos movimientos en Latino América son más descentralizados y más democráticos que en los años setenta, y ahora tienen mucho más cuidado con el uso de violencia. 
¿Usted cree en el empuje de la gente durante o después de desastres o crisis?
Naomi Klein:
Los lugares donde la gente es más resistente contra la doctrina del shock son los lugares donde la gente aprendió de los tácticas del shock. España es un buen ejemplo. Después de los ataques terroristas en Madrid la gente se rebeló contra Aznar y su intento de explotar el miedo. La gente dijo literalmente: “El nos hizo pensar en Franco”. Este país está pasando por un proceso difícil de manejar el pasado reciente y investiga no solo lo que contiene la terapia de shock pero también como reacciona la gente en momentos de shocks sociales. Como los líderes cambian la libertad personal por más seguridad. El proceso español de investigación autocrítica ayudó en el cambio de régimen.
¿Entonces, el enfoque de shock no siempre funciona?
Naomi Klein:
En todo caso eso es lo que nos enseña la experiencia de prisioneros sometidos a ello. Todos  los shocks –personales y colectivos- son parcialmente basados en una falta de información. Por eso el aislamiento de los prisioneros es tan crucial. Te pueden hacer daño pero si sabes porque lo hacen, si estas preparado, no te pueden desorientar o por lo menos seria mucho más difícil. Un psicólogo chileno que vive en Toronto y da tratamientos a víctimas de tortura de todo el mundo, me contó que los prisioneros políticos siempre salen mejor porque ellos tienen una historia y saben lo que les está pasando. Por eso el conocimiento de la historia es tan esencial. Para poder poner en contexto lo que te está pasando a ti –individualmente o colectivamente-.
Usted también compara el shock evidente en Irak con la manera en la que se ofreció ayuda en Sri Lanka después del tsunami. ¿No es exagerado?
Naomi Klein: Son ocasiones diferentes para implementar medidas similares y impopulares como la privatización de manera antidemocrática. Si estoy criticando a las ONGs es porque creo que pueden hacer un mejor trabajo y eso lo saben ellos también. En Sri Lanka hay los People’s Reconstruction Projects, donde se da más tiempo a las comunidades para auto-organizarse otra vez y formular sus prioridades para después trabajar juntos con las ONGs. En Sri Lanka visité varios campamentos y el único que fue construido por la gente misma, era de lejos el mejor. Las viviendas eran construidas en materiales que daban cobijos mucho más frescas, las construyeron en filas lindando con una plaza. Utilizaban el dinero pero no vi los logos de las ONGs. La gente tiene ideas realmente geniales. Es tiempo para hacerlas realidad.

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