‘Poderosos no quieren individuos que piensan’

Rabih Mroué es un teatrero libanés quien ha hecho presentaciones en diferentes lugares de Europa. En el marco del festival de arte Moussem llevó Make me stop smoking (hazme dejar de fumar), una presentación intrigante sobre un artista local con un lenguaje global, al centro cultural Berchem el 23 de noviembre.
¿Es musulmán o cristiano, druus o maronita, rico o pobre? Son preguntas que Rabih Mroué prefiere dejar sin respuesta. En lugar se refiere al ensayo La mort de l’auteur de Roland Barthes. En ello, el filósofo francés aboga por aproximarse al texto literario solamente por medio de la palabra escrita y por hacer una abstracción del autor, de su origen, de su personalidad, de su ideología y de las circunstancias en las cuales vivía. El escritor debe de ceder el sitio al lector. El lector re-escribe así el texto por sí mismo. ‘Eso ayuda a tratar el texto con más seriedad’, dice Rabih Mroué, y es exactamente lo que quiere lograr con sus presentaciones. ‘No importa quién soy o qué he vivido’, dice. ‘Es más importante lo que el espectador hace de ello’.
Desde luego, Rabih Mroué cuenta mucho de su vida. La situación de su país Líbano y la guerra civil están presentes de manera destacada. Pero no es la intención de provocar emociones. ‘Cuando hago una obra sobre la guerra civil, no es mi intención de que la gente se empatiza conmigo’, dice. ‘Porque el teatro no es el lugar para contar sobre la tristeza y la alegría. Esas son sensaciones negativas que refrenan el pensamiento. Quiero que mis presentaciones hagan surgir preguntas en las personas y que las estimulen a pensar. Quiero que hagan la relación con su propio entorno social, político y filosófico. Es más útil y más sano.’
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En Make me stop smoking el artista presenta su propio archivo, compuesto por diferentes documentos anónimos y personales. Textos, recortes del periódico, anuncios de búsqueda, proyectos no terminados, ideas, entrevistas, material que ha recolectado cuidadosamente por más de diez años. ‘Mostrar el propio archivo es solamente un pretexto para sacar y analizar el sentido del archivo,’ dice Mroué. Y eso es su manera de contar algo sobre la situación política e intelectual de su país Líbano.
‘Make me stop smoking es una pregunta sobre el archivo, sobre el documento’, dice. ‘¿Qué hace que un pedazo de papel sea un documento y quién decide cuando un pedazo de papel cambia en un documento? ¿Quién ha decidido que un documento determinado debe ser guardado y otro no? ¿Cuáles documentos y eventos merecen llegar a la historia y cuáles no? Son éstas preguntas que muestran la responsabilidad del histórico y las influencias que ese puede experimentar,’ dice Mroué. ‘Un histórico cae en la trampa en cuanto se hace cargo de un archivo y decide lo que si y no merece entrar en la historia. Y entonces hay vacíos. Entre documento y documento hay un documento que falta o un documento que ha sido ocultado por algún poder.’ Para Rabih Mroué todos los documentos merecen ser tratados con el mismo cuidado e interés. No hay ningún documento más importante que otro y no hay ningún evento más importante que otro. Todos los eventos son importantes y todos merecen llegar a la historia. Y ahí está la responsabilidad del histórico. Es el histórico quien debe llenar los vacíos, buscar todos los documentos y averiguar todos los eventos’.
En el archivo que Mroué presenta en Make me stop smoking, mezcla los documentos reales con documentos fabricados. Lo hace de tal manera que la separación entre lo personal y lo no-personal, lo real y lo artificial, ya no está visible. Así se encuentra entre los recortes de periódico un anuncio de búsqueda de un Rabih Mroué, un niño de cinco años que desapareció el 2 de febrero del 2000. En otro recorte de periódico se ve una fotografía de Rabih Mroué de adulto. ‘Quiero confundir al espectador. Hacerle reflexionar sobre qué es realidad y qué ficción. La pregunta real es qué en la historia es realidad y qué es ficción. ¿La historia está basada en la realidad o en ficción? Y si es así, ¿cómo manejamos la historia?’
Esa cuestión seguramente tiene que ver con la situación en Líbano. El país se encontraba durante años en una horrible guerra civil. Hoy en día la tensión entre los diferentes grupos de la población está todavía muy fuerte. La guerra dejó huellas y fue miserable para todos. ‘Pero cada guerra prepara para una nueva guerra’, dice Rabih Mroué. ‘Lo menos que podemos hacer es pensar sobre el pasado y los errores que fueron hechos. Los poderosos políticos en Líbano y en el mundo árabe no quieren ciudadanos. No quieren individuos que piensan. Ellos quieren la masa, seguidores que prestan atención al líder. También es nuestro deber como artistas de exigir ese derecho de ser individuo, de ser ciudadano y de pensar de manera libre. Es la ley que debe gobernar, no el líder o el humor del líder.’
‘Es la ley que debe gobernar, no el líder o el humor del líder.’
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Rabih Mroué no toma partido. El no envía ningún pensamiento ideológico ni un compromiso político al mundo. ‘Mi intención no es de cambiar o no las ideas. Mi primera preocupación como artista es que en primer lugar me critico a mi mismo, que entro en discusión conmigo mismo, que me provoco y después al público, que me hago preguntas. Es más bien un intento de autocrítica.  Una crítica sobre las ideas que nos acostumbramos, con las cuales crecimos. Una crítica sobre las naturalidades que recibimos en la escuela, la universidad o en la comunidad religiosa. Es un intento de dudar sobre los estereotipos y las tradiciones.’
No es que el artista Mroué llegó rápido a esta hipótesis. Hubo una evolución determinada en su pensar y en su trabajo. Fue en ’96, después de la guerra civil, cuando comenzaba a pensar sobre lo que había pasado.  Y poco a poco ha llegado a ciertas nociones, que también se puedan aplicar fuera de Líbano.
‘Existen diferentes niveles en el trabajo artístico’, dice Mroué. ‘Hay cuestiones importantes y urgentes. Una de estas preguntas es por ejemplo si es necesario hacer teatro. Si es así, ¿cómo funciona el teatro? ¿Es necesario que haya un actor o un performer? Y si eso es el caso, ¿cómo deba de actuar en el escenario? Son preguntas que parecen fáciles y simples, pero son muy complejas y se reflexiona mucho sobre ellas. Son preguntas relacionadas con la política. ¿Qué es la relación entre el arte y la política? ¿Existe el arte sin compromiso político? Sin tener que responder esta pregunta: importante para mi es que las preguntas inciten al espectador para que ese mismo empieze a reflexionar y investigar. Solamente reflexionando sobre estas preguntas nos puede impulsar a revisar nuestro patrimonio y hacer ijtihad.’ Con ese último término Mroué refiere al fuerte debate secular en el mundo islamita sobre la pregunta si el creyente mismo deba de interpretar los textos y la tradición, o si simplemente deba de implementar las palabras de los líderes religiosos en su vida.
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Las preguntas que Mroué se hace a si mismo traspasan la religión, el país o la región. Se pueden aplicar en dónde sea. Por eso existe una buena relación y un intercambio con los artistas en Europa. ‘Hay preocupaciones en común’, dice. ‘Tengo amigos en todos lados y llego a discutir con artistas. Los temas se han hecho globalizados y comunes. También está la cuestión del otro. ¿Quién es el otro y quién soy yo? Una pregunta hecha por los artistas árabes y también por los artistas europeos.’
Igual en el manejo del público, Rabih Mroué usa la misma aproximación crítica. ‘Hay un público que sigue mi trabajo’, dice. ‘Pero mi objetivo no es tener o alcanzar un público grande y diverso. Mi objetivo más bien es tener un encuentro con un público compuesto de individuos. Y eso es muy importante. El público no es un solo cuerpo. No forma un total, y así llegamos a la crítica sobre el discurso religioso y sectario que existe hoy en Líbano. Un discurso que vea a la gente como grupos perteneciendo a una corriente o una religión, y no como individuos que pertenecen a las instituciones del estado, quienes tienen los mismos derechos de donde salen las obligaciones. Individuos que están gobernados en base a las leyes que son de aplicación para todos, bajo la protección del estado.’
Rabih Mroué cuestiona la relación entre el estado y el individuo y presta de esa manera at

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