Salva los bosques, rescata el clima

La deforestación es responsable por veinte por ciente de las emisiones globales de CO2. Sólo se podrá contrarestar esto, cuando un árbol vivo valga más que un ejemplar muerto. Es urgente llegar a un acuerdo mundial para evitar un nuevo fraude climático.
Anualmente unos 13 millones de hectáreas de bosque precioso desaparecen por el hacha. La pobreza y la presión demográfica causan una tala de árboles de manera insostenible, pero lo que tiene un impacte incluso más grande es la cría de ganado y la agricultura extensiva, especialmente cuando ahora la demanda por los biocombustibles es tan alta. A fin de limitar el calentamiento global es imprescindible conservar los bosques. En la conferencia sobre el cambio climático en Bali (2007) se decidió que un acuerdo post Kyoto también debería contener un mecanismo para contrarrestar las emisiones provenientes de la deforestación y degradación en los países en vías de desarrollo. Será con dinero de los países ricos, según el principio de “quien contamina, paga”. Así nació REDD:  Reducing of Emissions from Deforestation and Degradation. Mientras tanto se está discutiendo REDD+, una extensión del concepto, en la que el manejo forestal sostenible recibe una compensación.


Trampas



Aunque REDD solo empezará oficialmente después de 2012, ya hay algunos experimentos. El gobierno Ecuatoriano por ejemplo emprendió con Socio Bosque, un proyecto por el manejo forestal sostenible en zonas ecológicamente preciosas y pobladas por comunidades pobres. Ellos pueden usar el bosque por su propio sustento, pero no por la venta comercial. En cambio reciben 30 dólares anuales por hectárea, en una cuenta específica. Se proporciona acompañamiento para acceder en esa cuenta y proyectos que generan ingresos para las comunidades.
Muy diferente es el Noel Kemff Climate Action Project (NKCAP) en Bolivia. En 1997 los tres gigantes de la energía American Electric Power, British Petroleum y Pacificorp concertaron un acuerdo con el gobierno Boliviano para la expansión del parque nacional Noel Kempff y protegerlo contra la deforestación durante 30 años. Invertieron millones de dólares en esta protección forestal, pero como compensación crearon créditos de carbono que podían servir para saldar su contaminación. Las empresas contaminantes usaron el NKCAP como proyecto modelo para reducir las emisiones de carbono. Esta práctica no sólo es contraria al espíritu de REDD, que indica que no se puede invocar REDD para obtener créditos de emisiones suplementarios. Un informe de Greenpeace demuestra también que el proyecto acabó por tener menos efecto de lo que oficialmente pretendió. Se calculaba que entre 1997 y 2009 economizarán 55 millones de toneladas de carbono, mientras que sólo acabaron por ahorrar 5.8 millones de toneladas. Si esos créditos de carbono hubieran sido vendidos en el mercado, el proyecto hubiera causado un aumento explosivo de las emisiones permitidas.
El NKCAP da una impresión de las trampas que pueden surgir a causa de los créditos de carbono suplementarios.
Otra cuestión espinosa es: ¿Qué es un bosque? Más que la mitad de la flora y fauna se encuentra en los bosques tropicales. En este momento hay proyectos por la plantación de bosques en países en vías de desarrollo que son reconocidos como proyectos de mecanismo de desarrollo limpio (los CDM), por los que sí se recibe créditos de carbono. Pero muchas veces se trata de plantaciones en monocultura. ¿Se puede aplicar las reglas de REDD a esas plantaciones? Según el movimiento ambiental, REDD también tiene que garantizar la conservación de la biodiversidad  pero por eso las Naciones Unidas no tienen una definición clara.

Prohibido a los indigenas


También en las comunidades indígenas que viven en los bosques tropicales hay desconfianza en cuanto al REDD. En 2000, la organización ambiental Nature Conservancy recibió 18 millones de dólares de General Motors, Chevron y American Electric Power para comprar una reserva natural en Brasil, la llamada Reserva Natural de Guaraqueçaba, con 20.235 hectáreas de bosque atlántico en el estado de Paraná. Eso tenía que dar a las tres empresas créditos de carbono que podían vender. Pero muy pronto después, se prohibieron a los habitantes de plantar, cazar o pescar. Ya no era posible vivir del bosque.
La red de organisaciones indígenas Global Forest Coalition no quiere unirse al Forest Partnership Facility, una iniciativa del Banco Mundial con empresas extranjeras que quieren invertir en REDD en 14 países. El motivo: aquí también no hay claridad sobre el destino de las comunidades indígenas. Por eso, las organizaciones indígenas exigen que un acuerdo-REDD reconozca la convención de las NN.UU sobre sus propios derechos, ratificada en 2007. Pero es muy improbable la realización de este reclamo, ya que Canada, los EE.UU y Nuevo Zelanda no aprobaron la convención.
Según An Lambrechts, que sigue las negociaciones REDD para Greenpeace, es mejor incluir tales proyectos en una política nacional que, como los del NKCAP, en iniciativas privadas. Greenpeace dice que, en vez de dejar el dinero al mercado,  se debería ingresarlo en un fondo, donde se lo administra para las comunidades en la selva, que también tendrán voz en gastarlo.

A México



Ya se estaba esperando un acuerdo sobre los bosques antes de la Cumbre de Copenhague, pero a causa del estancamiento general, el único resultado fue un texto borrador, y débil.
La pauta de la propuesta era disminuir la deforestación con un 50 por ciento para el año 2020, pero en el borrador actual ha sido eliminado ese objetivo específico. Los países en vías de desarrollo no querían entablar porque según ellos son los países ricos que tienen que hacer esfuerzos para limitar sus emisiones.
A pesar de todo, hay progreso en las negociaciones REDD. Seis países (Australia, Francia, Japón, Noruega, Reino Unido y los Estados Unidos) se han comprometido en Copenhague a destinar en los próximos tres años 3.5 mil millones de dólares para combatir la deforestación.
A principios de marzo, Francia y Noruega iniciaron una conferencia en París para convenir en más negociaciones bilaterales. A finales de mayo aquellas deberían conducir a un preliminar Acuerdo de Colaboración REDD (Partnership Agreement) para gastar bien los 3.5 mil millones de dólares prometidos. Tales conversaciones entre los promotores podrían abrir una pista para lanzarse hacia un nuevo acuerdo climático.

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